Amado Gómez, vecino de las cercanías de Villa Regina, reconoce frustración e imposibilidad para viajar dentro
del Alto Valle con su familia completa. Obrero de la fruta, carece de recursos para solventar un traslado común y corriente.
Los costos del transporte de pasajeros no están en correspondencia con sus ingresos. Él, su esposa y sus tres hijos están
sometidos al aislamiento e impedidos de la interacción con parientes y amigos. Ya tiene suficientes gastos en pasajes para
solventar los costos de la educación formal que juzga determinante.
Cuando Amado se enteró -en setiembre del 2006- de
la iniciativa ciudadana sostenida por vecinos del Alto Valle para recuperar el tren interurbano, pensó en apoyarla. Se imaginó
soluciones para su confinamiento físico y cultural.
La figura y circunstancias del trabajador agrícola se pueden extender
a cientos. "No tengo cómo moverme" comentó en Roca cuando ratificó con su firma el petitorio que la Comisión Pro Tren del
Valle expuso en una esquina céntrica. Idénticas acciones se concretaron a lo largo del tramo del recorrido interprovincial
Chichinales a Senillosa, ida y vuelta.
Un día antes del comienzo de la primavera del 2006, en la Biblioteca Pública
de Cipolletti, vecinos de Río Negro y Neuquén constituyeron una comisión central y subcomisiones, sin fines de lucro, con
representación simbólica de todos los asentamientos urbanos comprendidos en el ansiado itinerario.
La inquietud, exclusiva
de miembros de la sociedad civil, se dio a conocer mediante un "Manifiesto del Valle", donde se significó el valor de las
rutas férreas existentes y los servicios que se pueden concebir sobre ellas.
Se formularon conexiones teóricas con el
colapso de la Ruta Nacional 22, la insuficiencia de los transportes de pasajeros, la necesidad de integrar la región desde
todas las perspectivas, incluyendo la cultural. Se destacó, en el manifiesto, la vigencia de la utilización de la infraestructura
existente por las formaciones de cargas y la tendencia a recuperar el medio por su seguridad, eficiencia, economía y bajo
porcentaje de contaminación.
Desde el 20 de setiembre del 2006, el coordinador de este proyecto ciudadano fue el vecino
de Cipolletti Edmundo Griffoi y las subcomisiones se conformaron con otros tantos "militantes del tren", de las ciudades que
configuran la ciudad lineal, designación que se otorga al gran conglomerado humano establecido entre las poblaciones cabecera
del trayecto tentativo.
Las reuniones fueron múltiples y el interés, llamativo. Los encuentros tuvieron momentos nostálgicos,
emotivos, donde predominaron narraciones de antiguos ferroviarios, gremialistas, ex pasajeros; recuerdos, anécdotas y visible
ansiedad de los jóvenes por obtener precisiones de un sistema de transporte que desconocen.
Pasada la euforia del reconocimiento
sobre viajes, comedores con servicios de mozos de blanco y vajilla inglesa, dormitorios y coches pullman, la realidad se impuso
a los entusiastas y se originó una cruzada para sumar firmas cívicas de los partidarios a viajar sobre rieles.
Derivación
natural
Las subcomisiones elevaron notas a intendentes, concejos deliberantes, legislaturas y gobernaciones
en las que pedían la adhesión al reclamo. Se declaró de "interés municipal". Debe reconocerse que el tema fue, en su génesis,
poco atrayente para la sociedad política. Algunos diputados y concejales presenciaron o enviaron delegados a las asambleas
de las subcomisiones y, con paso cansino, la cuestión se incorporó en el universo de preocupación de los representantes del
pueblo.
El tesón de la coordinación inspiró a las subcomisiones y éstas a los seguidores. Un dato es la decidida gestión
de firmas proveniente de los estudiantes de la Facultad de Roca. "Muchos abandonan sus estudios a causa del transporte, es
insoportable", dijeron.
Enviada a un desvío propicio, la iniciativa lleva casi dos años. En el devenir, los poderes
políticos provinciales acordaron y asumieron la urgencia de impulsar el proyecto, más cuando la sugerencia de la Subsecretaría
de Transporte Ferroviario de la Nación fue dinamizarlo con la intervención institucional de las provincias.
El titular
de la Subsecretaria nacional, Antonio Guillermo Luna, brindó comprensión y esperanzas. La iniciativa cívica se dejó conducir
por la política, al mejor estilo republicano. Resuenan ahora noticias de progreso.
La traza de acero sigue esperando
que los coches motores se deslicen sin prisa pero con persistencia. Es probable que las vías requieran reparaciones, los pasos
a nivel mejor señalización al igual que ajustes en las estaciones. La inminencia de la llegada de un eventual moderno caballo
de hierro para transitar por el Alto Valle lo impone.
También el tránsito ferroviario urbano demanda un esfuerzo de
comprensión por los habitantes de a pie y conductores de vehículos. Los rieles paralelos serán el soporte para deslizar una
formación con dirección unívoca. Ello exige atención, tolerancia, prudencia.
Señal de avanzar
La
historia registra que desde 1897 a 1899 se construyeron las tres secciones del Ferrocarril Sud que conectaron a Bahía Blanca
con la Confluencia. ¡670 kilómetros en tres años! Fue una epopeya en el marco de un plan de desarrollo nacional de redes ferroviarias
que llegaron a contar, en su plenitud, unos 42.000 kilómetros. Vinieron luego sucesivas desactivaciones hasta llegar a la
clausura de ramales. Los andenes se despoblaron, las campanas dejaron de alertar partidas. El adiós de los trenes se había
concretado. El desamparo y la soledad descendieron sobre cientos de pequeños pueblos y ciudades del país.
Una luz verde
facilitó la iniciativa ciudadana originada en aquella jornada primaveral del 2006. Señales desde la administración nacional
afianzaron la intención que tuvo impacto y provocó acciones de los representantes políticos.
Los ciudadanos intervinientes
y los miles que apoyaron, en noches de reuniones y tardes de firmas son ese saludable segmento de la sociedad que ofrece alternativas
a las dificultades y traslada, a quien corresponde por mandato popular, la búsqueda de soluciones prácticas.
Amado Gómez,
el humilde vecino rural del oriente del Alto Valle, tal vez brinde este fin de año junto con su familia por haber quebrado
su incomunicación personal y familiar.
JUAN CARLOS BERGONZI